sábado, 28 de junio de 2008

Ismael Serrano invito a soñar despierto

Por Marina Guzmán

El sábado por la noche Ismael Serrano se presentó nuevamente en Mar del Plata. Al igual que en el 2005, el encuentro fue en estadio polideportivo “Islas Malvinas”. Durante más de tres horas y junto a sus seguidores repasó viejos éxitos y presentó temas de su séptimo disco "Sueños de un hombre despierto".
Para aquellos que han ido más de una vez a sus recitales, esta vez, se encontraron con una puesta diferente: el escenario se convirtió en una ciudad portuaria llamada, en lengua mapuche, Peumayén, los músicos usaban remeras rayadas, y Serrano vestía jean, remera blanca y tiradores.
Sólo con quince minutos de retraso las luces del estadio se apagaron y uno a uno fueron ingresando los tres músicos. El primer tema fue “Somos” pertenecientes al nuevo disco. Ismael Serrano fue presentado a los músicos y explicando cual era su función en aquel pueblo portuario. Con toques de humor, cada uno de ellos se fue participando. El más disparatado fue Javier Bergia, quien confesó ser un amante de la lencería y que durante su estadía en Mar del Plata había aprovechado no sólo a caminar por la costa, sino también a comprar aquellas prendas que tanto le apasionaban. Con el lugar del encuentro ya presentado, Serrano dio la bienvenida al concierto y fiel a su estilo, antes de la mayoría de las canciones hizo un relato. Luego, siguieron “Canción para un viejo amigo”, “Sucede que a veces” – perteneciente al disco Naves ardiendo más allá de Orión, pero con nuevos arreglos.
Para la cuarta canción, Serrano contó que esta estaba vinculada a su ciudad, Madrid, y que parte de la letra se debía a una anécdota protagonizada por el actor Danny de Vito. Aquí nuevamente Bergia hizo su participación, ya que según Serrano, él y el actor eran muy amigos. Bergia no sólo confirmo la estrecha amistad que los unía, sino que también confesó que el actor era marplatense y que seguramente se encontraba entre el público caracterizado. Después de narrar que las calles siempre están en arreglo, y todas las cosas que pueden suceder en los “atascos de Madrid”, las risas y aplausos del público no se hicieron esperar.
Una de las primeras sorpresas de la noche fue cuando cantó “Caperucita”, de su primer disco Atrapados en azul. La reacción de los espectadores no se hizo esperar, y antes de la segunda frase, fuertes aplausos invadieron el estadio.
Ya había pasado una hora del recital. Las canciones y las historias continuaban. La anécdota de Penélope, que se marcho a la ciudad, precedió a “Sesión continúa”, y esta a “Vine del norte”. El público gritaba que lo amaba, de los lugares de donde habían venido. Y Serrano agradecido festejaba los comentarios, mientras continuaba su repertorio esperando que valga la pena el encuentro.
Como lo hace en todas sus presentaciones, las cuestiones sociales y políticas que le interesan no quedaron afuera. Así cantó un tema compuesto para aquellas "mujeres que me han enseñado que la única lucha que se pierde es la que se abandona, A las Madres de Plaza de Mayo”. Antes que empezara “Zamba del emigrante”, en cuya versión original participa Mercedes Sosa, hizo referencia a la nueva ley de inmigración promulgada días atrás en la Unión Europea: “son momentos muy difíciles, en los que Europa parece convertirse en una fortaleza inexpugnable olvidando su pasado”. El concierto estaba en la mitad. Era el momento de cantar canciones clásicas. Acompañado por Fredi Marugán, “el maestro de maestro”, Serrano y el público cantaron “Ya ves” y, junto a Jacob Sureda, “Recuerdo”.
Javier Bergia apareció en el escenario caracterizado de vendedor de panchos y junto a Ismael cantaron un tema de la autoría del primero. Con todos los músicos en su lugar, comenzaron a sonar los últimos temas. Sonó una vieja melodía “Canción de amor propio”, y se presentó “Habitantes Alfa-Centaruo encuentran la sonda Voyager”, en la cual Serrano contó que en la década del ´70, por idea de Carl Sagan, fueron enviados al espacio exterior sondas con un llamado “Disco de Oro” donde se podían escuchar los sonidos de la tierra. Nuevamente hubo referencia a la realidad, esta vez más cercana a la nuestra, ya que le narró a sus músicos que en la provincia de Córdoba habían instalado una plataforma desde la cual habría vuelos que saldrían hasta la estratosfera y en una hora y medio se podía estar en cualquier lugar del mundo, como Madrid y hasta incluso Japón.
Aún faltaban temas por escuchar. El público pedía a gritos “Amo tanto la vida”, “Ana”, “Kilómetro 0”, entre otros. Pero llegó el turno de “Últimamente” y “Vértigo”, pertenecientes a los primeros discos de Serrano. Nuevamente presentó a los músicos y comenzaron los primeros acordes de lo que sería la última canción “Casandra”, primer corte de difusión de “Sueños...”. Había llegado el momento de la despedida.
Uno a uno los músicos se fueron retirando del escenario, pero el público de pie ovacionaba al cantautor madrileño y pedía otra canción. Con las luces del estadio aún apagadas y las miradas centradas en el puerto Peumayén los artistas volvieron y todos los presentes cantaron “La extraña pareja”. Como suele suceder en las presentaciones de Ismael Serrano, cantó una canción conocida por el público que no pertenece a su discografía. Ya había sucedido años atrás con canciones de Joaquín Sabina o la Bersuit. Esta vez, fue una versión de “La cigarra”. Pero algo faltaba…aún no habían cantado (Serrano y todo el público presente) uno de los mayores clásicos que tiene el artista. El momento llegó y “Papá cuéntame otra vez” fue ovacionada por el auditorio.
El escenario se vació nuevamente y las luces del polideportivo se encendieron. Algunos de los presentes comenzaron a retirarse, pero otros seguían esperando de pie que Ismael Serrano volviera. Y lo hizo. Cantó “Eres” y “Un muerto encierras”. Esta vez si sería la despedida final.
Ismael Serrano vino, cantó y dio todo de sí. Seguramente muchos podrán decir que le faltaron temas que son clásicos en su discografía, pero hay que reconocer que incluyó otros que las veces anteriores no estaban. Fue una presentación diferente a las que nos ha acostumbrado, pero Ismael no ha perdido su esencia, su compromiso con la actualidad y ha logrado emocionar a todos los presentes, que agradecen el encuentro del sábado, pero que están deseosos de volver a verlo.

Sucede que a veces