Harry Potter está llegando. La séptima edición de uno de los libros más vendidos de la historia, después de la Biblia, llega a Mar del Plata. Este artículo no busca simplemente anunciar con bombos y platillos el nuevo éxito editorial de la autora británica J.K.Rowling. Lo que se intenta es presentar las diversas opiniones acerca de una obra que no pasa desapercibida. Quien más quien menos, todos conocen al protagonista de la saga con sus anteojos y su cicatriz en la frente en forma de rayo. Primera observación, no se trata de una obra para niños; o por lo menos no para niños únicamente. Es una obra narrativa apasionante de aventuras y magia, escrita con una prosa atrapante. Aquí aparece la primera crítica. Están aquellos tradicionalistas a los que les desagrada la obra completamente. Un ejemplo es el de Harold Bloom para quien el libro no está a la altura de las obras que dieron lugar a la literatura juvenil como Tolkien. Es más, el destacado intelectual no dudo ni un momento en calificar de basura a la obra de J.K.Rowling. Los best seller en la mayoría de los casos tienen que luchar contra esto. Si es un libro que acumula enormes ventas deja de ser literatura para pasar a convertirse en productos; a saber productos de marketing. Pero hay otra cuestión a su vez. Aquellos que critican al libro de Rowling, por no tener si se quiere el nivel intelectual y de desarrollo de los autores clásicos, son los mismos que señalan y se escandalizan frente al poco acercamiento de los jóvenes a la lectura. Se termina dando una ecuación en la cuál los libros menos leídos serán los más culturales. Entonces estamos frente a una cultura de elite mínima, rezagada y solitaria, cuando en verdad lo cultural debería ser algo colectivo. A su vez, dos de los libros más importantes de la historia son, fueron y serán best sellers. ¿Quién puede negar la importancia cultural, histórica, literaria, social y política de la Biblia o del Corán?. En fin, si una persona descubre la magia de la lectura a través de la escuela de magos de Harry Potter o de un policial teológico rebelde como el Código Da Vinci, bienvenido sea. La puerta de entrada a la lectura no tiene importancia.
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