viernes, 21 de marzo de 2008

El robo y la inspiración de Munch

En la hoja se lee “Gracias por la falta de seguridad”. Lo que podría ser una frase irónica común y corriente dentro de una discusión sobre inseguridad, en este contexto no lo es. La hoja está allí donde debería estar el cuadro. Es el 12 de febrero de 1994 y “El Grito” de Munch fue robado. La banda de ladrones no fue vista, aunque el hecho fue a pleno día. Tres meses después los ladrones se dirigieron al gobierno noruego solicitando un millón de dólares a cambio de la entrega del cuadro. El gobierno rechazó la oferta y, poco después, el 7 de mayo el cuadro fue recuperado en una acción conjunta efectuada por la policía noruega en colaboración con la policía británica y el museo Getty. Diez años más tarde, el 22 de agosto de 2004, la versión expuesta en el Museo Munch fue robada a mano armada por dos hombres enmascarados, junto con la “Madonna” del mismo autor. El museo esperó una petición de rescate pero ésta nunca llegó. Se ofreció una recompensa de 97 millones de euros. Según el periódico sueco Svenska Dagbladet, el cuadro había sido quemado a fin de eliminar pruebas. Sin embargo, los dos cuadros fueron recuperados dos años después. Más allá del valor económico de la obra existe un dilema artístico acerca de la fuente de inspiración que dio lugar a esta maravilla. La mayoría de los analistas apuntan a la atormentada vida del artista. Munch en 1892 escribió una descripción interna con gran parecido a lo que plasmó en el lienzo: “Paseaba por un sendero con dos amigos - el sol se puso - de repente el cielo se tiñó de rojo sangre, me detuve y me apoyé en una valla muerto de cansancio - sangre y lenguas de fuego acechaban sobre el azul oscuro del fiordo y de la ciudad - mis amigos continuaron y yo me quedé quieto, temblando de ansiedad, sentí un grito infinito que atravesaba la naturaleza”. A finales del siglo XX, “El grito” adquirió el estatus de icono cultural que comenzó en el período abierto tras la Segunda Guerra Mundial. En 1961 la revista Times utilizó El grito en la portada de su edición dedicada a los complejos de culpa y a la ansiedad. Entre 1983 y 1984, el artista pop Andy Warhol creó una serie de estampas en seda sobre las obras de Munch, que incluían El grito. La idea fue desacralizar la pintura devaluando su originalidad y convirtiéndola en un objeto de reproducción en masa. Así, una obra sobre la soledad existencial se abría paso hacia la postmodernidad y la reproducción en masa.

Compilado de obras


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